miércoles, 12 de julio de 2017

DOS DÍAS







Hay algo que empieza a ser preocupante, que en realidad lo es, en esta infame sociedad consumista y competitiva que te obliga siempre a dar de ti el cien por cien, a cumplir con tu objetivo de productividad y eficiencia, y si no lo consigues ya está tu jefe encima dándote un toque de atención, lo que no hace sino aumentar aún más tu estrés, y el estrés es una enfermedad, no lo olvidemos. Sin embargo, si le pides a tu jefe que te dé un par de días para recuperarte mentalmente de la presión soportada antes de caer definitivamente enfermo y regresar nuevo, lo más seguro es que te haga la peineta después de mirarte como si fueras un bicho raro. Y si ve que decaes, que la depresión se va instalando en ti inexorablemente, amenazará con despedirte.

   Esta actitud, el no reconocer el agotamiento mental como una enfermedad que puede llegar a ser grave, está provocando situaciones dramáticas, pues se tiende a pensar que las enfermedades de la mente no son enfermedades, como si la mente no fuese un órgano más del ser humano como lo es una pierna o un brazo. No es extraño, por tanto, que en España haya más de un millón de personas con depresión que tal vez no hubiesen caído en ella si el enfermo o la enferma supiesen que su jefe les daría un par de días de descanso cuando sientan que su mente está llegando al límite. Esto es injusto, muy injusto, pues puede destruir a un ser humano.


  Me estoy refiriendo a trabajos que, por sus características, sometan al trabajador a una tensión constante, que le exijan un gran esfuerzo mental para desarrollarlo, no a cualquier trabajo. Humanizar el trabajo en este sentido daría excelentes resultados para trabajadores y empresarios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario