viernes, 14 de julio de 2017
REIVINDICACIÓN DE LA SENCILLEZ
¡Ah, los actos sencillos! El origen de la corrupción reside precisamente en que menospreciamos los actos sencillos y cotidianos propios de una vida sencilla y tendemos a buscar lejos lo que tenemos a mano, y como no lo encontramos y vemos que otros con menos méritos lo tienen no dudamos en vender nuestra alma al Diablo con tal de conseguir lo que honradamente sería imposible, equivocada ambición que nos impide hacer bien las cosas y nos aleja de nosotros mismos, y cuando las cosas no se hacen bien tratan de justificarse de cualquier manera o se justifican con las reprochables conductas de otros, así es como se pierden de vista los valores y se tiende a valorar más el envoltorio que el contenido mientras se disimula todo lo contrario, terreno abonado para el descontento general, pues si quien tiene la obligación de actuar bien actúa mal los que no han participado del pastel y aspiran, como los demás, a repartirlo ellos, explotan el descontento social atacando al sistema que lo ha hecho posible envueltos en la bandera de la igualdad y de la justicia social, o de cualquier otra idea que cumpla el propósito, pues se sabe de antiguo que ni la igualdad ni la justicia existen, pero siguen enganchando a los ingenuos y a los resentidos, cuando lo que le hace falta a esta infame sociedad de consumo es disciplina y educación y le sobran salvapatrias y demagogos que solo ambicionan el poder porque se saben débiles y cuando lo tienen sucumben a su propia debilidad, pues cuando llegan a él generalmente no lo ejercitan atendiendo al interés general, sino a los particulares de su ideología, de la que creen, como si fueran dioses, que es la panacea de los problemas de la sociedad, de ahí que su objetivo sea imponerla, actitud similar a la de los yihadistas sin llegar a su brutalidad.
Y habrá quien diga que no es ciego el que no ve sino el que no quiere ver. Yo llamo a eso cinismo social. Que tengáis unas felices vacaciones.
miércoles, 12 de julio de 2017
DOS DÍAS
Hay algo que empieza
a ser preocupante, que en realidad lo es, en esta infame sociedad consumista y
competitiva que te obliga siempre a dar de ti el cien por cien, a cumplir con
tu objetivo de productividad y eficiencia, y si no lo consigues ya está tu jefe
encima dándote un toque de atención, lo que no hace sino aumentar aún más tu
estrés, y el estrés es una enfermedad, no lo olvidemos. Sin embargo, si le
pides a tu jefe que te dé un par de días para recuperarte mentalmente de la presión soportada antes de caer definitivamente
enfermo y regresar nuevo, lo más seguro es que te haga la peineta después de
mirarte como si fueras un bicho raro. Y si ve que decaes, que la depresión se
va instalando en ti inexorablemente, amenazará con despedirte.
Esta actitud, el no
reconocer el agotamiento mental como una enfermedad que puede llegar a ser
grave, está provocando situaciones dramáticas, pues se tiende a pensar que las
enfermedades de la mente no son enfermedades, como si la mente no fuese un
órgano más del ser humano como lo es una pierna o un brazo. No es extraño, por
tanto, que en España haya más de un millón de personas con depresión que tal
vez no hubiesen caído en ella si el enfermo o la enferma supiesen que su jefe
les daría un par de días de descanso cuando sientan que su mente está llegando
al límite. Esto es injusto, muy injusto, pues puede destruir a un ser humano.
Me estoy refiriendo a
trabajos que, por sus características, sometan al trabajador a una tensión
constante, que le exijan un gran esfuerzo mental para desarrollarlo, no a
cualquier trabajo. Humanizar el trabajo en este sentido daría excelentes
resultados para trabajadores y empresarios.
martes, 4 de julio de 2017
LA ILUSIÓN
La ilusión no goza de buena salud, el virus
de internet la tiene postrada, muy pocos son los que creen en su recuperación,
pues su enfermedad tiene difícil cura.
Sin embargo la ilusión permite
alimentar sueños y creer en utopías, sin
ella todo se ennegrece y el oficio de vivir se torna tedioso además de cruel,
cunde el desaliento que arruina la
voluntad y desaparecen los colores como en una fría, destemplada y oscura tarde
de invierno.
Decidme, ¿hay algún político en el mundo que ilusione? ¿Alguna
nueva idea capaz de hermanar a los hombres? ¿Algún concepto que cree
jurisprudencia y acabe con la impostura? No, no lo hay, así que la única salida
que nos queda es creer en nosotros mismos, sin esa fe estamos perdidos. Tener
amigos es esencial, sin ellos la vida es oscura. Así que si hay un sentimiento por el
que merece la pena vivir y luchar es el de la amistad. Sacrificarla por la
ideas es una aberración, la amistad está por encima de todas las ideologías, y si es auténtica supera todas las crisis, lo
único que no soporta es la traición. La amistad es vida, lo demás es selva.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)