sábado, 3 de junio de 2017

REFLEXIONES

  
   

   
Buenos días. Uno se ha levantado esta mañana pensando, sobre todo, en celebrar la victoria del Real Madrid en Cardiff ayer leyendo las crónicas que hablan de su hazaña, pero lo que me encuentro es con la noticia de un nuevo atentado de los descerebrados yihadistas en Londres que nos han declarado la guerra porque quieren ser como nosotros y no pueden, consecuentemente,  nos matan.  Está claro que el mundo se enfrenta a un serio desafío en el que está en juego nuestro sistema de valores. El sufrimiento está garantizado.

   Y hablando de valores, hay que recordar, porque es sano hacerlo,  que el capitalismo los pisotea, pues no es de recibo que  haya gente que pasa hambre mientras otros nadan en la abundancia, ni es de recibo que la justicia ofrezca  respuestas tan pobres a los grandes problemas de la sociedad, sobre todo al de la corrupción, que ha minado la fe de la ciudadanía en sus representantes, realidad que, al no corregirse, es utilizada por el comunismo trasnochado y populista para sacar pecho, como si esa ideología pudiera dar lecciones de justicia y buen gobierno. A ver si se dan cuenta quienes aún levantan su bandera de que el comunismo fue una gran idea que no ha funcionado, y que no funcionará. Así que tanto un sistema como otro tienen ante sí otro formidable desafío: reinventarse. El que lo haga se llevará el gato al agua.  

  Otro asunto, tal vez menor, pero que habla a las claras de la necesidad perentoria de una buena educación para nuestros hijos,  que me ha llamado la atención,  es la polvareda mediática que ha levantado en las redes saber que la princesa Leonor lee a Steveson y a Carroll y le gustan las películas de Kurosawa, que ha desencadenado un tropel de burlas hacia ella. ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo que una niña lea “La isla del tesoro” y “Alicia en el país de las maravillas”? Os diré una cosa, sobre todo hacia quienes han secundado las burlas demostrando su ignorancia,  cualquier niña o niño que no lea estos dos monumentos literarios en su niñez puede decirse que ha desperdiciado gran parte de su infancia. Lo de menos es que no entienda lo que lee, lo que importa es que disfrute leyendo, y os voy a decir una cosa, si hubo un autor con el que yo disfruté en mi adolescencia fue con Robert L. Steveson, y lo que siento es no haberlo leído antes; lo mismo puedo decir de Lewis Carroll. En cuanto a las películas de Kurosawa puede decirse lo mismo, si las ve es que algo en ellas atrae su atención, lo cual ya es un síntoma de que tiene curiosidad intelectual, ¿o es que acaso podemos presumir todos de entender las películas de Kurosawa? Pero nos gustan. ¡Mira que burlarse de una niña porque tiene gustos poco comunes! ¿Sabéis el único libro al que yo tenía acceso en mi infancia? El Quijote, del que no entendía absolutamente nada. Ya lo he leído tres veces, y no descarto una cuarta.

   Una última cosa, ese padre de Arcos de la Frontera que ha matado a su hijo de pocos meses asfixiándolo, y le dice a la Policía que lo ha hecho porque se lo ha dicho su teléfono móvil. Me pregunto a qué extremos de desesperación puede llegar una persona capaz de matar a su hijo y como única excusa alega que se lo dijo su móvil. Era el propio padre quien lo cuidaba porque la madre no quería hacerlo, y éste, harto de la situación, le dio una paliza y mato al hijo.  ¿Cómo no detectan los servicios sociales este tipo de situaciones? Porque ahora cabe preguntarse, ¿es el padre un hijo de la gran puta degenerado o una víctima de la sociedad que no aguantaba más y se ha vuelto loco?  Aquí lo dejo.  

   

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