sábado, 24 de septiembre de 2016

YO MISMAMENTE (VIII)


  


 Reanudo hoy mis experiencias en vuestro planeta, suspendidas debido a causas que obedecen a mi estado de ánimo, bastante bajo por las cosas que están ocurriendo en vuestro mundo, y también porque no encuentro la fórmula para convenceros de que la vida no es producto de la casualidad, eso ya lo sabemos en nuestro planeta, pero no puedo deciros  cómo lo hemos sabido, pues es algo que tenéis que descubrir vosotros: no pretenderéis que os saquemos las castañas del fuego. En esto estáis solos. Así que sigo: 



   En mi planeta, el poderoso debe dejar de soñar en todas esas tonterías que pretenden la igualdad de todos y hacer felices a todos, pues hace tiempo que descubrimos que eso es una mentira y  distraen de lo principal, que es  dedicarse exclusivamente a gestionar los intereses públicos con tino, honestidad, economía y eficacia, sin privilegios y sin favoritismos, sin entrometerse en la intimidad del individuo, teniendo en cuenta el interés de la colectividad. Esto es lo que proporciona felicidad al ciudadano. Si quien gobierna no sabe hacer eso tiene que  irse a su casa  a hacer felices  a su mujer y a sus  hijos.  Aquí en la tierra, y esto es una de las muchas paradojas de vuestro planeta, en todos vuestros textos legales fundamentales habláis de igualdad, pero nadie cree en ella, es más, nadie quiere ser igual a nadie. Ni siquiera habéis conseguido la igualdad formal,  la igualdad de derechos y la igualdad ante la ley. Con razón decís que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, pero como todos mentís jugáis al ratón y al gato.  Habéis llegado a tal confusión en lo que se refiere a vuestros valores que defendéis a la vez lo que los define y su contrario. Un ejemplo: defendéis el derecho a la vida como algo fundamental y sin embargo aprobáis legalmente el derecho a abortar. Y en otras partes de vuestro mundo hacéis todo lo contrario: prohibís  el aborto pero si alguna mujer se ve obligada a hacerlo y la descubren, la ejecutan. En ambos casos el desprecio a la vida es ostentoso,  sin embargo lo justificáis. No sólo eso, sino que no falta quien trata de conciliar ambos modos de comportamiento. Lo que me extraña es que no esteis todos locos. ¿O tal vez lo estáis ya?

   ¿Qué pinto yo en este planeta perdido? Me pregunto desconcertado. No podía culpar de ningún modo a quienes me trajeron aquí, pues aunque no me lo dijeron seguro que lo hicieron con algún fin. Este fin es el que yo tengo que descubrir, el cual tiene que estar relacionado forzosamente con mi mundo, si no ¿a qué obedece que me hayan traído aquí sin darme una sola explicación? Ni siquiera un consejo, así que manda huevos como vosotros decís, que tenga que descubrir por mí mismo cual es mi misión en un planeta en el que todos mienten. 

   Anotaré de todas formas como posible fin averiguar si estáis locos, si tanta mentira os ha nublado el juicio y sois un peligro para la galaxia. Algo que no sería extraño, pues andáis persiguiendo el bien sin saber distinguirlo del mal, no otra cosa cabe colegir del hecho de que lleguéis a sacrificar la vida, el bien supremo, por otros bienes más discutibles que podrían conseguirse sin atentar contra ella.  La irresponsabilidad os define muy bien.

   A medida que os voy conociendo se me ponen los pelos de punta.  Vosotros dale que dale con los valores, los derechos humanos, el respeto al diferente, la tolerancia entre culturas, la intolerancia al racismo, leyes y medidas de todo tipo contra la violencia doméstica, libertad, igualdad, justicia, derechos fundamentales…, pero  engañáis sin pudor, para que os salga bien una cosa tenéis que ocultar cuáles son vuestras verdaderas intenciones para que, tal vez vuestro menor amigo, no os las malogre. Es pura paranoia. Claro, no puede ser de otra forma, pues si la persona en la que más confiáis, en la que habéis depositado toda vuestra confianza, por la que pondríais la mano en el fuego os ha estado engañando todo el tiempo. Si esa persona es vuestro referente moral,  la que ha guiado vuestra conducta en vuestro mundo y, por tanto,  seguido sus enseñanzas, cuando descubráis que es un impostor todo vuestyro sistema de creencias se viene abajo. A partir de ese momento ya no podréis ser los mismos, se quebrará algo en vosotros y lloraréis amargamente como niños que acaban de saber que los Reyes Magos son mentira.  Entonces, lo que antes era seguro se torna movedizo, lo que era firme, basculante, lo que era sólido, líquido, no hay donde aferrarse sin la duda de que antes o después el agarradero se romperá. ¿En qué creer? ¿En quién creer, pues? Al niño acaba por fallarle su padre, al adolescente su madre, al joven sus amigos, al adulto su cónyuge, al viejo sus hijos, al hermano sus hermanos, al ciudadano su líder político... ¿Qué queda? La ideología, la religión, y más allá de ellas la soledad, pues ambas son  ideas concebidas por hombres que, como todas las ideas de los hombres, resultan ser mentiras.

   Lo curioso, lo verdaderamente sorprendente, es que a pesar de todo la vida sigue, os reponéis de vuestros terribles traumas, hacéis de tripas corazón y seguís creyendo, seguís soñando, seguís esperando. Como si hecho el descubrimiento de que todo es mentira, convencidos de esa “verdad”, renaciera en vosotros la necesidad de creer que todavía es posible vencerla. A la mentira. Pero esto es demasiado bonito para que sea cierto, sabéis que no es posible derrotar a la mentira porque formáis parte de ella, sois parte del problema por lo tanto no podéis ser la solución. Lo que verdaderamente os mueve es la reacción que provoca en vosotros haber sido engañados, os decís que nunca más lo seréis, y esta es la fuerza que os mantiene, saber que habéis abierto los ojos y que ya nadie podrá engañaros, al contrario, seréis vosotros quien engañéis.  Es como si al haber sido víctimas de la falsedad hubierais renacido de vuestras cenizas cual Ave Fénix, pero la causa, el origen de vuestro renacer es la mentira, saber eso os hace más libres, pero no podéis escapar a ella, va con vosotros como algo inherente a vuestra persona.  Y el mal se irá extendiendo cada vez más porque ya nadie cree en nadie. 

   Siendo esto cierto también lo es que, perdida la inocencia, os formuláis preguntas y buscáis respuestas, y esto, la búsqueda de respuestas es lo que caracteriza a los creadores. Es decir vuestra creatividad tiene como motor a la mentira que os impele a buscar la verdad, y no os desespera saber que malamente se puede encontrar la verdad partiendo de una mentira. Así sois vosotros, contradictorios y patéticos, necesitáis creer en algo para poder vivir a pesar de que sabéis que todo es mentira. Luego lo que se deduce es que no tenéis alternativa, o creéis, o soñáis, o creáis, o la muerte. Creer, o soñar, o crear, sin esto no sois nada, os sentís vacíos. Es vuestra forma de resistir.