lunes, 25 de enero de 2016

DE LA INFIDELIDAD Y OTROS MITOS





   Si hay una realidad universalmente admitida es que  no podemos prescindir de las mujeres, lo mismo que ellas no pueden prescindir de los hombres, aunque en esto, como en casi todo, hay quien disiente, pero no seré yo quien entre en esa polémica. Lo que me interesa  exponer es la idea de que tal vez sea en esta verdad  donde se apoya  el mito de que somos mitades que nos complementamos mutuamente siendo totalmente falso.  De mitades, nada, somos individuos, tenemos nuestra propia individualidad, vamos cada uno a lo nuestro, aspiramos a ser protagonistas de nuestra vida, por lo que  si no se respeta esto, si no se tiene claro el concepto, si la individualidad del hombre  y la individualidad la de la mujer no cuadran,  no hay pareja.

   El peligro es la infidelidad,  situación que puede acabar con la pareja, pero que viene a incidir en lo que afirmo.   Las soluciones  que se han propuesto para tratar de conjurar los peligros que supone la infidelidad de la mujer se han centrado en controlar su vida y asignarle un roll secundario en la vida social,  partiendo del manido dicho popular “quien evita la ocasión evita el peligro” que, llevado a sus últimas consecuencias, resultaría que toda actividad humana, incluso no hacer nada, es un peligro. Es una de esas estupideces   mayúsculas de las muchas que el hombre comete a lo largo de su historia basada en la ignorancia, pues de esta manera de afrontar el problema se han derivado todo tipo de abusos encaminados  a sojuzgar a la mujer, provocando con ello sufrimiento y mucho dolor en la sociedad, pura hipocresía que provocó tragedias como la que narra Fernando de Rojas en La Celestina, paradigma de la necedad humana, que pone todos los medios para impedir que algo ocurra y  lo que consigue es provocarlo.  De la situación de la mujer en el mundo árabe, mejor dejarlo.

      “Pareciera que los hombres, a lo largo de la historia, se han conjurado contra la mujer y han desarrollado toda una doctrina adrede para oprimirla por el mero hecho de ser mujeres, y todo porque han  ubicado su honor en ellas y, para justificarse, llegaron a apoyarse en la misma Biblia que interpretaron a su modo, a medida de sus intereses.  Uno se avergüenza de ser lo que es cuando lee la historia y comprueba el trato degradante e inhumano a que ha sido sometida la mujer por los estamentos de poder a la que responsabilizaron de todos los males de la sociedad para ocultar sus miserias y salvaguardar su mancillado  honor. Si en algún aspecto de la vida puede evidenciarse lo infinita que es la estupidez humana es en el modo en que el hombre ha intentado resolver el problema de la relación con la mujer, pues no ha sabido encontrar otro camino que el de pisotear su dignidad para garantizar la suya.

   “Debido a la enorme influencia que adquirió la Iglesia católica tras la caída de Roma, el matrimonio se instituyó como un sacramento en el que se le asignaba a la mujer el peor papel, pues habría de sacrificarse para que el hombre brillara.  Fue la forma que se impuso en occidente y que luego se extendió a casi todo el mundo,  pero lo común es que la mujer siempre ha estado sometida a la voluntad del hombre en todo momento y sujeta a sus caprichos. Sobre esta injustica se ha apoyado la estabilidad familiar y su funcionamiento.   Si la mujer fallaba el matrimonio se venía abajo y la familia se deshacía.

   “Hoy no podemos afirmar de forma categórica que esta sociedad sea más justa que aquella,  pues la justicia tiene mil caras y la injusticia  se da en todas las sociedades y en todas las épocas, pero al menos, sobre el papel, la mujer hoy goza de unos derechos que jamás antes le habían sido reconocidos. En esto, al menos, sí hemos avanzado, pero en lo esencial estamos donde estábamos, hemos aprendido poco a convivir, seguimos siendo presa de los mismos pecados, sabemos más, pero no somos mejores –como ejemplo de ello, los que llevaron a cabo el genocidio judío leían a Shakespeare y Platón, y su jefe, Hitler, leía a Schopenhauer y a Nietzsche, y Stalin, tal vez el mayor criminal de la historia, leía de todo, era poeta y escritor, un hombre culto en definitiva, y sin embargo un asesino frío y calculador que cuando agonizaba, por puro miedo, nadie se atrevió a acercarse a él. Ni siquiera su médico-.

       “La mujer, pues,  sigue siendo explotada de una forma u otra, es utilizada por organizaciones criminales sin escrúpulos que la prostituyen para su lucro personal, es discriminada en el trabajo, sigue recayendo sobre ella el mayor peso de la educación de los hijos y su cuidado, sigue soportando la prepotencia del hombre y su maltrato que llega hasta quitarle la vida cuando el vínculo que los unía se rompe.  Es decir, que el hombre ama a la mujer pero no la respeta,  le otorga un estatus inferior.  Así ha sido a lo largo de la historia.   Cuesta trabajo creer que se pueda amar a una mujer y al mismo tiempo maltratarla. Así de contradictorios  y duales somos.

    Todo ello no ha impedido que la infidelidad  persista hoy más que nunca, por tanto no es cosa de más o menos libertad, es que los humanos somos genéticamente infieles, nos va la marcha en ese aspecto, lo mismo a hombres que a mujeres, por tanto, si hay que ser consecuentes con esta realidad lo que acabará por imponerse de una u otra forma para evitar dramas y tragedias es la pareja abierta en la que, de entrada, ambos  admitan la posibilidad  de tener relaciones sexuales con otros, con los límites y formas que entre ambos acuerden. Tiempo al tiempo.  



sábado, 23 de enero de 2016

AVISO

 

 Os informo que en este blog se utilizan cookies, que no sé muy bien lo que son, pero me ha salido una ventana al abrirlo en la que me dicen que debo informaros de esta circunstancia. Yo lo hago para que lo sepáis. Saludos y gracias por vuestra visitar este blog. 

lunes, 18 de enero de 2016

DE COMPRA EN EL SUPER






Esta mañana he ido a comprar al súper, lo hago con frecuencia, pero hoy ha tenido lugar una de esas cosas que gracias a Dios ocurren porque somos despistados por naturaleza, olvidadizos, y nos confundimos. Cojo mi carrillo y me dispongo a llenarlo. Primera parada, la pescadería. Compro un kilo boquerones y continuo con mi tarea doméstica, pero he aquí que  en la sección de verduras me doy cuenta de que llevo dos artículos que no son míos: una bolsa de migas de bacalao y una tarrina de queso. Desconcierto, esto no puede ser, yo no he sido, esto tiene que tener alguna explicación, a ver cómo han llegado aquí las migas y el queso, tan despistado no soy, y así. Y me doy cuenta de que en la bandeja del carrito me falta una bolsa, pues llevaba dos, una de Mercadona y otra de Carrefour. Me falta la segunda. Y aquí me tenéis a mí buscando a alguien por todo el súper que lleve dos bolsas en la bandeja del carrito. Al fin localizo a una señora de muy buen ver, muy bien vestida, con aspecto de ir al gimnasio todos los días, muy repeinada ella, en fin, que me acerco y le digo. "Pues que me ha quitado usted el carrillo". Se me queda mirando y me dice: "¿Perdón?" Digo para mí, ya estamos, esto es una cámara oculta con todas las de la ley. Así que respondo: "No, es que las migas de bacalao no son lo mío"

    Se me queda mirando con curiosidad y me pregunta: “¿Y qué le hace a usted suponer que sí lo son para mí?” La cosa es que la mujer me lo dijo muy intrigada, supongo que pensando que lo que yo quería era ligar con ella, confundirla o vete a saber. Así que le respondo: “Pues porque lleva usted en su carrito mis dos bolsas y yo en el mío sus migas”. Fue entonces cuando abrió la boca, una boca en verdad de cine,  y muy sorprendida exclamó: “¡Oh!”  A lo que yo añadí: “Ahí iba yo”. Y se deshizo en excusas. Yo traté de tranquilizarla diciéndole que no se preocupara, que estas cosas pasan porque gracias a Dios no somos perfectos y que si no fuera así no hubiera tenido el placer de hablar con ella… En fin, lo normal. Le di sus migas de bacalao y su tarrina y ella me dio mis dos bolsas,  nos despedimos con una sonrisa y dimos por acabado el encuentro. Termino de comprar mis cosas, bajo con el carrito al garaje donde está el coche y al acercarme a él reparo en algo que acelera mis pulsos. Descargo la compra en el maletero a velocidad cósmica, cojo de nuevo el carrito y subo  a la tienda: mi objetivo es  buscar  de nuevo a la mujer de las migas de bacalao y la tarrina de queso. “¿Qué no se haya ido, por favor?” –me repetía una y otra vez. Y aquí me tenéis de nuevo recorriendo la tienda de arriba abajo y de izquierda a derecha explorando todos los pasillos. Hasta que di con ella en la sección de droguería. ¡Gracias a Dios! Me acerco y le digo. “Está visto que hoy la casualidad y nuestra imperfección humana ha querido ponernos a prueba”. Se me queda mirando sin entender y le digo: “Mis llaves”. Nueva cara de asombro: “¿Cómo dice?” –pregunta desconcertante para ella. “Pues que lleva usted mis llaves donde yo llevo su euro”. Entonces, tras un instante de duda, comprendió. Y es que efectivamente, mi llavero  dispone de una terminación circular del tamaño de un euro para meterlo en la ranura de carrito, lo cual es muy socorrido cuando careces de monedas, como era mi caso.  Cuando reparó en ello se rio y su risa borró todos los ruidos que nos cercaban. 


   Era verdad, su risa me encantó, más cuando me dijo: “¿Y qué hacemos ahora?” Bueno, la pregunta se prestaba a diversas  interpretaciones fuera de contexto, pero yo no lo iba a sacar de él, no hubiera sido ético. Supongo que lo diría porque llevaba el carrito atiborrado de productos y el mío (que era el suyo) iba vacío, así que le dije: “No se preocupe, yo le ayudo a descargar lo de mi carrito al suyo”, lo cual le despertó una nueva sonrisa, cosa muy natural.  Y ambos, mano a mano, nos entretuvimos en trasladar las viandas de su compra de un carrito al otro. Fue en ese momento cuando le dije: “¿Lo ve? Si no hubiese tenido usted ese despiste yo no hubiese sabido que le gustan las migas de bacalao con queso”. Le hizo tanta gracia que empezó a reír de una forma tan entregada y divertida que me hizo reír a mí también, lo cual que reír juntos es de lo más sano que uno puede imaginar, supongo que lo sabréis, se establece una corriente de simpatía muy saludable y motivadora. Cuando dejó de reír me dijo con cara divertida: “A mí no me gustan las migas de bacalao con queso”. Lo esperaba, esperaba que dijera eso, pues de lo contrario sería la primera persona a la que gusta combinación tan azarosa de ingredientes, aunque a saber, hoy día con la cocina de vanguardia se hacen unas combinaciones muy extrañas. “¿Ah, no? ¿Y cómo le gustan? Si me permite la pregunta” –maticé. “Me gustan con arroz, en tortillitas, de muchas maneras” –me respondió con total naturalidad. Lo de las tortillitas me llamó la atención, así que le pregunté si podía saber la receta. “Por supuesto” –me dijo. Y me la dio. Era bastante larga, así que cuando terminó le pregunté: “Por si acaso se me olvida algún paso ¿podría localizarla de algún modo?” Se me quedó mirando dudosa, pero al final me dijo: “Toma nota”, y me dio su móvil, cosa que le agradecí. Nos despedimos con otra sonrisa, la suya encantadora,  y a continuación me pasé por la pescadería, donde compré un paquete de migas de bacalao para hacer tortillitas. Seguramente tendré que llamarla… 

lunes, 11 de enero de 2016

PATÉTICO



   Buenos días, amig@s: no sé si vosotros habéis sentido lo mismo que yo cuando he visto a la infanta Cristina sentada en el banquillo de los acusados. No sé si es pena, tristeza, decepción, indignación, conmiseración…, o una mezcla de todas esa cosas a la vez. A mí, que la infanta sea juzgada finalmente o no me da igual, ya lo ha sido, la infanta, simplemente, no debería estar en ese banquillo, no debería haber dado lugar a esa humillación, una humillación que nos alcanza a todos. A nadie se le oculta que ella debería haber estado más pendiente de las actividades delictivas de su marido y cortarlas de raíz;  luego, divorciarse de él. Y no lo ha hecho, suficiente para que hoy la institución de la Corona quede manchada y su mancha sea un baldón que nos afecta a todos. Lamentable. Tal vez ella no vaya a la cárcel, pero su marido sí va a ir. ¡Pobre infanta! Y todo por querer vivir por encima de sus posibilidades, que eran envidiables ¡Qué vergüenza! ¿Y sabéis qué es lo peor? El golpe bajo que esto supone para nuestra maltratada moral. ¡Maldita sea!

lunes, 4 de enero de 2016

A LOS REYES MAGOS




Queridos Reyes Magos: No sé si mi carta os llegará, pues he dudado en hacerlo hasta el último momento. No es porque no confíe en vosotros, todo lo contrario, antes bien porque imagino que os habrán abrumado con peticiones de todas clases, pues este año no ha sido bueno, no, no lo ha sido, y no iba yo a importunaros pidiéndoos un juguete para contentar al niño que aún conservo, tal vez porque cuando lo fui no me dejaron serlo.  No me juzguéis mal, pues un juguete es algo muy importante para un niño, pues lo realiza como niño y lo prepara para ser hombre, lo que pasa es que con lo que está cayendo y ha caído pediros un juguete se me antoja una frivolidad. Así que el juguete que pensaba pediros,  un camión tráiler de hojalata, de color rojo, amarillo y blanco con muchas ruedas,  pues el que me trajisteis hace años ya está muy viejo, lo voy a dejar para el año que viene,  a cambio os pediré que el brillo de la ilusión nunca falte en mi mirada, que sepa valorar las maravillas de la vida y encuentre en ella motivos para vivirla y amarla por dura que sea, que nunca el odio anide en mi alma, que sepa comprender y amar a mis amigos y a mis amigas y ellos y ellas a mí, y que aquellos que han dejado de serlo por alguna causa, la olviden, me perdonen y vuelvan,  pues sin su amistad la vida se muestra hostil y sin alma, que nunca me falte el amor de mi familia, de los míos,  y yo sepa amarlos a ellos sin que  haya nada que pueda impedirlo. Y una última cosa, pero esta no es para mí: dadles a los políticos de esta maltratada España la sensatez y la sabiduría suficientes para que tengan altura de miras y les importe muy poco perder la silla que ocupan,  a la que se aferran como si fuera su salvación, y  les importe más solucionar los problemas que nos aquejan y nos dividen, que se dejen de pamplinas partidistas y navajas traperas y se centren en encontrar fórmulas para que los que tengan mucho tengan menos y los que no tienen nada tengan algo. Eso. ¡Ah! Una ultísima cosa: sabéis que tengo un nieto, Aitor, bueno pues me haría mucha ilusión tener otro. U otra. Gracias.