sábado, 24 de septiembre de 2016

YO MISMAMENTE (VIII)


  


 Reanudo hoy mis experiencias en vuestro planeta, suspendidas debido a causas que obedecen a mi estado de ánimo, bastante bajo por las cosas que están ocurriendo en vuestro mundo, y también porque no encuentro la fórmula para convenceros de que la vida no es producto de la casualidad, eso ya lo sabemos en nuestro planeta, pero no puedo deciros  cómo lo hemos sabido, pues es algo que tenéis que descubrir vosotros: no pretenderéis que os saquemos las castañas del fuego. En esto estáis solos. Así que sigo: 



   En mi planeta, el poderoso debe dejar de soñar en todas esas tonterías que pretenden la igualdad de todos y hacer felices a todos, pues hace tiempo que descubrimos que eso es una mentira y  distraen de lo principal, que es  dedicarse exclusivamente a gestionar los intereses públicos con tino, honestidad, economía y eficacia, sin privilegios y sin favoritismos, sin entrometerse en la intimidad del individuo, teniendo en cuenta el interés de la colectividad. Esto es lo que proporciona felicidad al ciudadano. Si quien gobierna no sabe hacer eso tiene que  irse a su casa  a hacer felices  a su mujer y a sus  hijos.  Aquí en la tierra, y esto es una de las muchas paradojas de vuestro planeta, en todos vuestros textos legales fundamentales habláis de igualdad, pero nadie cree en ella, es más, nadie quiere ser igual a nadie. Ni siquiera habéis conseguido la igualdad formal,  la igualdad de derechos y la igualdad ante la ley. Con razón decís que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, pero como todos mentís jugáis al ratón y al gato.  Habéis llegado a tal confusión en lo que se refiere a vuestros valores que defendéis a la vez lo que los define y su contrario. Un ejemplo: defendéis el derecho a la vida como algo fundamental y sin embargo aprobáis legalmente el derecho a abortar. Y en otras partes de vuestro mundo hacéis todo lo contrario: prohibís  el aborto pero si alguna mujer se ve obligada a hacerlo y la descubren, la ejecutan. En ambos casos el desprecio a la vida es ostentoso,  sin embargo lo justificáis. No sólo eso, sino que no falta quien trata de conciliar ambos modos de comportamiento. Lo que me extraña es que no esteis todos locos. ¿O tal vez lo estáis ya?

   ¿Qué pinto yo en este planeta perdido? Me pregunto desconcertado. No podía culpar de ningún modo a quienes me trajeron aquí, pues aunque no me lo dijeron seguro que lo hicieron con algún fin. Este fin es el que yo tengo que descubrir, el cual tiene que estar relacionado forzosamente con mi mundo, si no ¿a qué obedece que me hayan traído aquí sin darme una sola explicación? Ni siquiera un consejo, así que manda huevos como vosotros decís, que tenga que descubrir por mí mismo cual es mi misión en un planeta en el que todos mienten. 

   Anotaré de todas formas como posible fin averiguar si estáis locos, si tanta mentira os ha nublado el juicio y sois un peligro para la galaxia. Algo que no sería extraño, pues andáis persiguiendo el bien sin saber distinguirlo del mal, no otra cosa cabe colegir del hecho de que lleguéis a sacrificar la vida, el bien supremo, por otros bienes más discutibles que podrían conseguirse sin atentar contra ella.  La irresponsabilidad os define muy bien.

   A medida que os voy conociendo se me ponen los pelos de punta.  Vosotros dale que dale con los valores, los derechos humanos, el respeto al diferente, la tolerancia entre culturas, la intolerancia al racismo, leyes y medidas de todo tipo contra la violencia doméstica, libertad, igualdad, justicia, derechos fundamentales…, pero  engañáis sin pudor, para que os salga bien una cosa tenéis que ocultar cuáles son vuestras verdaderas intenciones para que, tal vez vuestro menor amigo, no os las malogre. Es pura paranoia. Claro, no puede ser de otra forma, pues si la persona en la que más confiáis, en la que habéis depositado toda vuestra confianza, por la que pondríais la mano en el fuego os ha estado engañando todo el tiempo. Si esa persona es vuestro referente moral,  la que ha guiado vuestra conducta en vuestro mundo y, por tanto,  seguido sus enseñanzas, cuando descubráis que es un impostor todo vuestyro sistema de creencias se viene abajo. A partir de ese momento ya no podréis ser los mismos, se quebrará algo en vosotros y lloraréis amargamente como niños que acaban de saber que los Reyes Magos son mentira.  Entonces, lo que antes era seguro se torna movedizo, lo que era firme, basculante, lo que era sólido, líquido, no hay donde aferrarse sin la duda de que antes o después el agarradero se romperá. ¿En qué creer? ¿En quién creer, pues? Al niño acaba por fallarle su padre, al adolescente su madre, al joven sus amigos, al adulto su cónyuge, al viejo sus hijos, al hermano sus hermanos, al ciudadano su líder político... ¿Qué queda? La ideología, la religión, y más allá de ellas la soledad, pues ambas son  ideas concebidas por hombres que, como todas las ideas de los hombres, resultan ser mentiras.

   Lo curioso, lo verdaderamente sorprendente, es que a pesar de todo la vida sigue, os reponéis de vuestros terribles traumas, hacéis de tripas corazón y seguís creyendo, seguís soñando, seguís esperando. Como si hecho el descubrimiento de que todo es mentira, convencidos de esa “verdad”, renaciera en vosotros la necesidad de creer que todavía es posible vencerla. A la mentira. Pero esto es demasiado bonito para que sea cierto, sabéis que no es posible derrotar a la mentira porque formáis parte de ella, sois parte del problema por lo tanto no podéis ser la solución. Lo que verdaderamente os mueve es la reacción que provoca en vosotros haber sido engañados, os decís que nunca más lo seréis, y esta es la fuerza que os mantiene, saber que habéis abierto los ojos y que ya nadie podrá engañaros, al contrario, seréis vosotros quien engañéis.  Es como si al haber sido víctimas de la falsedad hubierais renacido de vuestras cenizas cual Ave Fénix, pero la causa, el origen de vuestro renacer es la mentira, saber eso os hace más libres, pero no podéis escapar a ella, va con vosotros como algo inherente a vuestra persona.  Y el mal se irá extendiendo cada vez más porque ya nadie cree en nadie. 

   Siendo esto cierto también lo es que, perdida la inocencia, os formuláis preguntas y buscáis respuestas, y esto, la búsqueda de respuestas es lo que caracteriza a los creadores. Es decir vuestra creatividad tiene como motor a la mentira que os impele a buscar la verdad, y no os desespera saber que malamente se puede encontrar la verdad partiendo de una mentira. Así sois vosotros, contradictorios y patéticos, necesitáis creer en algo para poder vivir a pesar de que sabéis que todo es mentira. Luego lo que se deduce es que no tenéis alternativa, o creéis, o soñáis, o creáis, o la muerte. Creer, o soñar, o crear, sin esto no sois nada, os sentís vacíos. Es vuestra forma de resistir. 


lunes, 22 de agosto de 2016

YO MISMAMENTE (VII)





   La parte de vuestro mundo más avanzado, en el que predominan las libertades formales y el imperio de la ley, tampoco escapa a este pronóstico. Si antes el poder se adquiría por la gracia de Dios, una mentira, en la democracia se adquiere  por votación, "a través de la voluntad libremente expresada de los ciudadanos", otra mentira, pues los ciudadanos  están, unos determinados, otros manipulados, y otros votarán a quien sepa mentir mejor, todos saben que os valéis de  vuestras técnicas de manipulación para que os voten, y luego, cuando llegáis al poder, aplicáis una política sectaria que favorece vuestros intereses ideológicos, no el interés general.   

    Una palabra que empleáis mucho es la de seguridad. ¡Seguridad! vuestros ciudadanos tienden a darle el poder quien les garantice una  mayor seguridad, pues  de alguna manera la ciudadanía intuye que todo es mentira y que lo que realmente importa es que puedan dormir tranquilos en sus casas.  Es decir, volvemos a Hobbes. No es que ahora el poder lo ejerza  un rey absoluto,  un dictador, o un tirano, pero de alguna manera lo es quien es elegido para gobernar  porque los demócratas también mienten, también se corrompen, cometen injusticias…, se ven sometidos a las directrices ideológicas de su partido,  a las presiones de los poderes fácticos y a la necesidad de mantenerse en el poder sin perder de vista el interés general, que esta es otra, pues cada partido lo interpreta a su manera, de manera tal que ese interés sólo es interés partidista, pero como lo interpretan los dirigentes del partido en cuestión es «interés general», pues solo el partido  sabe interpretar mejor que ningún otro la voluntad de los ciudadanos, incluso de los que no lo han votado, por eso los de izquierdas dicen que los que votan a los partidos de derechas son tontos, y los de derechas dicen que los que votan a los partidos de izquierdas son ignorantes, y así, no es exagerado decir, como decís vosotros, “unos por otros la casa sin barrer”. 

   La realidad es que digáis lo que digáis y hagáis lo que hagáis, todo, todo, va dirigido a desprestigiar al contrario y manteneros el mayor tiempo posible en el poder, aunque ello perjudique gravemente a la nación. Esta política es la que os ha llevado a la división y al odio y a la corrupción, lo que ha propiciado la aparición de los populismos que,  pretendiendo combatir la injusticia,  cometen la estupidez de asegurar que la única forma de restablecerla es destruir el sistema que lo hace posible, no han encontrado mejor manera de restablecer los valores con los que se identifica la mayoría social que a través de la injusticia de destruirlo todo y empezar  de cero, como si  fueran hombres hechos con otro molde inmunes a la mentira, a la estupidez y a la corrupción y por tanto, paladines de la justicia. La verdad es que vuestro sistema  tiene vías de agua más que preocupantes que amenazan con hundir el barco si no las taponáis, pero si la solución que dan los populismos  es hundir el barco y construir otro nuevo, pronto tendréis el mismo problema, o peor, así  que el Señor os coja confesados. 

   A ver si lo entendéis, vuestro problema no es que no sepáis cuál es la verdad de este cuento, el cuento que os entretiene, os trae y os lleva, os ocupa y preocupa, os enfrenta y os une, es la estupidez, no busquéis la verdad en ningún partido, en ninguna ideología, en ninguna religión,  y tan estúpido es un burgués como un proletario, tal estúpido un liberal como un extremista, tan estúpido un demócrata como un populista, pues vais cada cual a lo vuestro y lo que pretendéis es poder para implantar los postulados de vuestra ideología, pero ocultáis que ninguna ideología garantiza la justicia, ni la igualdad, ni la libertad,  ni la seguridad. ¿Cómo va a garantizar todo eso una ideología si por definición es parcial, sectaria y excluyente?  Y no es suficiente que sostengáis que una ideología de izquierdas es más justa que una de derechas, pues que sea mejor o peor no soluciona ningún problema, es más, lo agrava, pues os desune aún más, de tal modo que cuando está en juego el interés general, no solo no os ponéis de acuerdo para garantizarlo, sino que os echáis la culpa unos a otros de que se haya llegado a esa situación, nadie asume su responsabilidad. Sois patéticos. Necesitáis urgentemente encontrar el concepto clave que os permita resolver el problema que os aqueja, al modo en que Platón  resolvió el de su época con el mundo de las Ideas.  Pero me temo que no lo vais a conseguir porque aquí, en la Tierra, todos tenéis razón y nadie admite no tenerla, así que tenéis un camino largo por recorrer. Tal vez si supierais lo que es la vida..., pero tampoco lo sabéis. 

   El gran logro de vuestra democracia ha sido generalizar los impuestos, arbitrar un sistema tributario que persigue distribuir mejor la riqueza y crear bienestar material al ciudadano por medio de inversiones en bienes,  servicios e infraestructuras. Y eso está bien a pesar de que se ha hecho a costa de ser cada vez más dependientes del poder,  pues ahora el Estado se ha dado por aludido y se arroga la misión de cuidar de vosotros, de encargarse de vuestra “procura existencial”, lo cual a primera vista está muy bien, pero os resta libertad, iniciativa y creatividad al depender cada vez más de él, de manera que individualmente cada vez contáis menos y el Estado cada vez está en más sitios ocupando parcelas de libertad que deberían ser vuestras,  así que de cualquier forma no podéis escapar a vuestro destino porque está marcado por la mentira. Dicho de otro modo: vuestros más altos ideales al final  los engulle la mentira.  Con vuestro estado social puede que hayáis resuelto algunas situaciones de injusticia, pero habéis creado otras y habéis alimentado el abstencionismo y el fraude. En resumen, presumís de ser libres, pero no lo sois en absoluto. 


lunes, 15 de agosto de 2016

YO MISMAMENTE (VI)





VI

   Por otra parte, la política de bloques continua, la carrera armamentística, también, la lucha por la supremacía no descansa, la carrera armamentística, idem,  y el  terrorismo de origen yihadista, incesante, presidido por el odio a todo lo que representa el modo de vida occidental a quien considera el origen de todos sus males, actitud muy vuestra esta de echar la culpa a los demás de vuestras desgracias para justificaros con tal de no reconocer  que el origen de vuestros males está en vosotros mismos.

    Habéis derribado el Muro de Berlín, pero no el de vuestras diferencias,  todos  estáis convencidos de que la razón y la verdad están de vuestra parte, y desde este convencimiento agrandáis  el gran muro insalvable que os separa,  pues la verdad no es patrimonio de nadie, así viene sucediendo desde Babilonia y así seguirá hasta que una de las partes esté segura de poder vencer a la otra sin grandes pérdidas y muerto el perro se acabó la rabia. La carrera armamentística que mantenéis no tiene otro fin que alcanzar una supremacía que permita a una parte acabar con la otra e imponer su verdad,  pues a la larga no pueden convivir dos civilizaciones que se odian a muerte  porque son totalmente incompatibles la una con la otra. Y eso la parte más débil militar y económicamente, lo sabe, y como lo sabe lleva a cabo su propia estrategia. Y lo sabéis.

     Mucho se puede  decir de ese mundo hermético y cerril que se apoya en la sharía para organizarse socialmente cuyas aberraciones escandalizan a occidente,  que se ha mostrado incapaz de avanzar y repudia a la democracia como si se tratara de una mujer adúltera. Es un mundo al que  asusta la libertad, pues la libertad es poder elegir entre las diversas opciones que ofrece la sociedad la que mejor se adapte a tu manera de pensar, y si una sociedad no da opciones a sus ciudadanos estos son esclavos del poder,  esclavos, por tanto, de la mentira, pero como creen que su mentira es la verdadera pues tan contentos de ser esclavos, tan contentos de sacrificarse en nombre de su dios, tan contentos de inmolarse con tal de llevarse por delante a los infieles occidentales, aliados del diablo, enemigos de Alah. Esta es su estrategia, pues lo que se esconde detrás de esta colosal mentira es propaganda pura y dura, se saben débiles, saben que no pueden competir a igualdad de condiciones con el mundo al que odian, saben que está en juego su propia supervivencia como civilización, por eso jamás  tolerarán la libertad de prensa, ni la libertad de opinión, ni la libertad de culto, ninguna clase de libertad,  pues sus mentiras quedarían al descubierto de manera flagrante, y como saben que es así, utilizan el arma del odio contra occidente, financian el terrorismo bajo cuerda contra él para que el odio se expanda,  subvencionan la construcción de mezquitas por el mundo, envían a los misioneros tablig por todo el orbe,  predicadores  musulmanes adoctrinados en las madrasas de Pakistán y la India para expandir el Islam, algo que están consiguiendo, sobre todo en Sudamérica, cuya actividad subvencionan los principales países árabes, y ya tienen más de diez millones de adeptos distribuidos en 200 países del mundo. Mientras tanto, sus súbditos, sin esperanza de una vida mejor, emigran al mundo odiado de occidente donde mejoran sus vidas, viven decentemente, practican su religión, las mujeres visten el velo y el burka, una señal de sumisión de la mujer al hombre,  y viven aparte, sin integrarse en vuestra cultura, a la que desprecian por degenerada, lo que os está creando no pocos problemas,  tensiones y conflictos.   Esta situación os explotará en las manos un día, pues el encontronazo es inevitable y no parece que vaya a surgir nadie que pueda resolver este espinoso asunto.

  De manera que ahora mismo estáis librando una guerra sorda por vuestra propia supervivencia, pero no sabéis cómo afrontarla sino con más violencia. Siempre ha sido así en vuestra historia, desde Babilonia a Irak,  desde Persia a Irán, desde Egipto a Palestina.  Lo que pasa es que ahora disponéis de armas nucleares y antes solo flechas, espadas y lanzas.

   Y todo este estado de cosas es así porque la base de vuestra convivencia es la mentira, y si la mentira da el poder, todos mentís. Para conseguirlo alguien inventa una gran mentira, la propaga, gana adeptos, lleva a cabo una labor de proselitismo militante para encarecer sus bondades respecto a otras mentiras existentes, prometen el paraíso a quienes la abracen, aprovechan coyunturas históricas y sociales para implantarse y expandirse  y, una vez logrado el objetivo de hacerse con el poder,  persiguen o descalifican a los que no creen en ella, así se crea una estructura de dominio que una vez establecida tiende a perpetuarse, de manera que solo mediante la fuerza se puede acabar con ella.  Es decir, que en última instancia, lo que se persigue es controlar desde el poder todos los recursos disponibles. Está claro, pues, que si el poder se alcanza con la mentira para mantenerse en él, también, y si los poderosos mienten ¿cómo no van a mentir los humildes? Con mayor razón, pues lo hacen para su propia supervivencia. Lo malo es que el egoísmo os lleva demasiado lejos y cometéis toda clase de injusticias, origen de vuestras guerras.  


domingo, 7 de agosto de 2016

YO MISMAMENTE (V)

   



    Derrumbadas las ideologías que os prometían un paraíso en la tierra resistieron otras más modestas basadas en el respeto a la ley,  que no prometían nada del otro mundo, pero tampoco imponían nada, lo cual  ha contribuido a crear un clima de mayor entendimiento y fructífera relación entre vosotros,  aunque todo sea pura apariencia, pues la trastienda de vuestra convivencia está repleta de cadáveres de todo tipo,  pero es que en vosotros no puede ser de otra manera,  no se salva nada ni nadie del veredicto del disimulo  y el fingimiento, la traición y demás  efectos de la soberbia, la envidia y la estupidez.  Sin embargo,  este status quo que sobrelleváis con resignación no solo  evita males mayores, sino que no ha sido superado por ningún otro en lo que a su funcionamiento se refiere, es decir, habéis asumido que Hobbes llevaba razón y que una manera de sujetar el lobo que albergan vuestros genes es “obligaros” a respetar las leyes a cambio de “libertad”, situación que se corresponde muy bien a la del  burro que persigue la zanahoria que su dueño ha puesto delante de sus narices para que ande, pero que nunca alcanzará porque quien controla el palo y la cuerda que sujeta la zanahoria es él, una gran idea, pues habéis entendido que un régimen que no respeta las libertades individuales no puede esperar que sus ciudadanos respeten sus leyes de buen grado. Y en eso habéis acertado, pues la ilusión es un potente motor de cambio que os ha permitido acceder a lo que llamáis  vuestro  Estado Social y Democrático de Derecho, que se estableció  en gran parte de vuestro mundo cuando en el otro aún se imponía una dictadura totalitaria, que por definición es una fábrica de zombis, pues en ellas todo está planificado para que el individuo no se moleste ni en pensar, solo en obedecer a base de adoctrinamiento ideológico, desinformación pura y dura para perpetuarse en el poder, lo que llamáis «el problema de Orwell», y si no la sigues te fuerzan o te eliminan. Es vuestra tragedia como humanos: por fuera os presentan un mundo limpio repleto de ideales cuya consecución requiere grandes esfuerzos y sacrificios, en el que se exalta el patriotismo, el valor, el honor, la libertad…, con la promesa de que al final del camino está el paraíso, pero la realidad demuestra que es todo lo contrario, que ese mundo no existe, que lo que existe es un mundo de embusteros, corruptos, traidores, mangantes, aprovechaos y asesinos. Hay un libro vuestro que refleja muy bien  la parodia de vuestro mundo titulado «Don Quijote de la Mancha», en el que el pobre caballero, influido por sus lecturas caballerescas, se imagina esa Arcadia ideal por la que merece la pena luchar,  y se echa a la calle dispuesto a acabar con la injusticia del mundo  creyéndose un héroe cuando en realidad es un simple labrador y, como era de esperar,  es el mundo el que acaba con sus ilusiones  porque el mundo es como es, no como él lo imaginaba. 

   Y sucedió lo que tenía que ocurrir, que todo se derrumbó, se vino abajo, pues la mentira no podía seguir sustentándose por más tiempo, era demasiado grande y cayó por su propio peso cuando se comprobó que a pesar del tiempo transcurrido, los recursos empleados, las vidas sacrificadas, y el dolor y el sufrimiento causados,  os encontrabais en el punto de partida todavía, y  cuando cayó  comprendisteis  desengañados que las utopías tocaban a su fin, como en Don Quijote, y que ya, en el terreno de las ideas, solo os quedaban los conceptos para responder a los problemas filosóficos de la vida,  y ahora,  las únicas ilusiones que os quedan es entender por qué estáis aquí, algo que constituye vuestra utopía más digna, pues todo lo demás es física, ciencia y tecnología, contactar con extraterrestres, viajar a otros planetas y cosas por el estilo, y a nivel personal, que os toque la lotería, pero en el terreno de las teorías y los pactos sociales se acabó lo que se daba, pues las ideologías lo que han demostrado es que son herramientas de control social para anular la conciencia libre del hombre y convertirlo en masa manipulable, Platón no da para más, y os disteis  cuenta de que no había más cera que la que ardía, ante lo cual  os sobrevino el desencanto y os abandonasteis al hedonismo,  y al consumismo,  y al exceso, y  la diversión para soportar vuestra insoportable levedad mientras que vuestros valores iban sucumbiendo a vuestra humana condición.  Una sociedad que no sabe compatibilizar bienestar y respeto es una sociedad corrompida, y la vuestra lo es, pues no os respetáis ni a vosotros mismos, no es respetable una sociedad que permite que una ínfima minoría controle la riqueza y el poder de un país mientras que la inmensa mayoría malvive en condiciones infrahumanas. Como ejemplo de lo que os digo tenéis a Brasil, que en una especie de huída hacia adelante ha organizado unos Juegos Olímpicos cuando no puede pagarle ni a sus médicos.

   Lo que viene a demostrar que  Hobbes sigue vigente, que acertó en su pronóstico, lo que pasa es que su solución es demasiado brutal, demasiado inhumana, pero acertó, solo que el poder no puede estar en manos de un solo hombre, pues inevitablemente abusaría de él de manera intolerable como han abusado todos los que han acumulado poder, de ahí que eligierais a Locke, menos racional, pero más razonable. Este es vuestro gran problema, que no sabéis gestionar el poder porque vuestro egoísmo es innato. Ahora bien,  la democracia, con ser la menos mala  de las posibles forma de gobierno lo es porque le  ha ocultado las uñas al lobo que lleváis dentro,  pero sigue en estado de guerra latente y aflora provocando conflictos internos constantes que obedecen a pugnas por el poder, el más famoso de los cuales lo sufristeis con el magnicidio de Dallas,  que acabó con la ilusión de millones de seres humanos, y más tarde con el llamado Watergate, que vino a confirmar que ni siquiera el país más poderoso de la tierra da ejemplo de honradez, lo que viene a demostrar lo mucho que la valoráis como norma de conducta y lo poco que la practicáis,  y esto por mencionaros a dos de los más señalados y conocidos escándalos de vuestra historia reciente, o guerras absurdas que han costado y siguen costando miles, millones  de vidas, como la que provocasteis en el sudeste asiático, Afganistán y  Oriente Medio, que  han originado un terrorismo atroz que a su vez originará más guerras.

   Os daré un dato de vuestra España desde la que escribo: no hay un solo pueblo en ella, por pequeño que sea, cuyo alcalde no sea corrupto. De ahí para arriba, todo lo que podáis imaginar.  Estimación que puede extenderse al resto de vuestro mundo. Es decir, vivís en un mundo corrupto porque sois  corruptos,  lo que en él prevalece es la ley de la selva. Esto siempre ha sido así y siempre lo será.


domingo, 31 de julio de 2016

YO MISMAMENTE (IV)





   Y para qué hablaros de vuestra Segunda Gran Guerra,  no tuvisteis suficiente con la primera que también provocasteis la segunda,   que en esto no hay quien os gane en toda la galaxia,  si en la Primera fueron treinta millones de muertos en la Segunda  llegasteis a los cien, cifra estimativa,  una guerra que podríais haber evitado  si en lugar del ánimo de revancha os hubiera guiado la generosidad con el vencido, pero ya que no lo hicisteis al menos podíais haber impedido que se os subiera a las barbas, pues le consentisteis tanto que cuando reparasteis en vuestro error  ya era imposible evitar el conflicto,  otra prueba más  de vuestra estupidez que os condujo a una división en bloques ideológicos irreconciliables que provocó otra guerra, la que llamasteis “guerra fría”, que no hizo sino prolongar la anterior  y que estuvo a punto de desencadenar una guerra nuclear, pues emprendisteis una insensata carrera armamentística en la que empleasteis una ingente cantidad de recursos materiales y humanos que podíais haber empleado en combatir el hambre y la injusticia en el mundo, pero sois como sois, el miedo os domina y le ponéis precio a vuestra seguridad, un precio muy alto que pagaréis caro, pues os estáis entrampando con el futuro y este os pasará factura cuando menos lo esperéis. La tensión permanente a la que os ha conducido  vuestra desmedida ambición y afán de dominio con el telón de fondo  de las ideologías os conduce al insomnio y a la zozobra permanente, mala cosa, pues el insomnio afecta al cerebro y os impedirá razonar adecuadamente. Un panorama escalofriante.

    Y es que lo vuestro es de tumbona de psicoanalista, la única cosa que tenéis capaz por sí sola de salvaros a todos de la autodestrucción, me estoy refiriendo al  amor, apenas si lo utilizáis para compadeceros del débil, del desgraciado, del niño abandonado, del animal maltratado…,  sin embargo el odio, que es algo ajeno a vosotros, que no está en vuestra naturaleza en el sentido de que no podáis prescindir de él, lo empleáis de manera sistemática como arma incluso contra vuestros propios hermanos, contra vuestros padres, contra vuestros propios hijos a nivel personal, o bien como arma política  para manteneros en el poder o para alcanzarlo,  para azuzar a otros contra vuestros rivales, o lo dirigís hacia un grupo o clase determinados por pura envidia, o sencillamente porque no os caen bien, o por venganza… Tenéis miles de ejemplos en vuestra dilatada historia que os ha llevado a guerras y a toda clase de conflictos sangrientos a causa del odio,  el más devastador es el generado entre árabes y judíos  y entre cristianos y musulmanes, pero se extiende a todos los ámbitos, odio entre pueblos, entre familias, entre razas, entre etnias, entre ideologías, entre clases sociales…,  El odio lo empleáis como arma de dominación a pesar de que os puede aplastar a todos, pero como os permite avanzar, lo empleáis para vuestras conquistas, está detrás de todos vuestros actos de una manera más o menos evidente, de manera que se puede decir que es el verdadero motor de la historia. Así que vuestro admirado Marx se equivocó, el motor de la historia no es la lucha de clases, es el odio. Está en la historia, está en la Biblia, está en  los griegos, que se odiaban entre sí,  está en los romanos, que odiaban a los etruscos porque eran más cultos y refinados que ellos, está en los nacionalismos, que necesitan generar odio contra sus contrarios para lograr sus fines,  como lo necesitan los radicalismos de cualquier signo para desacreditar y combatir a sus enemigos, y está en el yihadismo, que odia a occidente y a todo lo que representa. Es decir, que sin odio vuestro mundo sería una balsa de aceite, pero no podéis prescindir de él a pesar de que os aniquila.  Os debe asustar la paz.

    Todos tenéis el mismo origen, todos nacéis nacéis iguales, sin embargo la diferencia entre vosotros la marca la cuna o el dinero, o ambas  cosas, antes eran los estamentos, ahora son las clases. Pero todo es pura apariencia, pues en cuanto a comportamiento las clases humildes dan más ejemplo de honestidad que las poderosas, no porque sean de una pasta diferente, sino porque no pueden hacer otra cosa, no pueden defraudar a hacienda, por ejemplo,  que es lo que hacen los que pueden. Esta realidad es catastrófica, pues “los de arriba”,  que en consonancia con su posición debieran observar una conducta ejemplar para ser el paradigma de “los de abajo”, se corrompen vilmente dando un pésimo ejemplo a la sociedad en general. Esta contradicción hace mucho daño, pues  los ciudadanos pierden referentes y su moral se resiente, como se resienten los vínculos entre unos y otros, como se resienten los valores y la fe en la justicia, lo que aboca a una sociedad sin fe en sí misma esclava del  relativismo. Así que si en algún momento de la historia constituyeron un modelo a seguir, ya no lo son, en realidad nunca lo fueron, por tanto ya no son referentes de nada ni de nadie. Una auténtica desgracia, pues los ciudadanos de a pie, los que eligen a vuestros dirigentes para que os gobiernen, no tienen en quien mirarse, ni mirando hacia arriba ni mirando hacia abajo, de manera que cada vez es más grande la brecha  que existe entre vuestra clase gobernante  y los gobernados, entre las clases pudientes y las trabajadoras.   

   Tanto hablar  de lucha de clases,  a la que una parte de vuestro planeta le dio categoría de motor de la Historia, para daros cuenta al final de que es otra inmensa mentira por la que han muerto millones de seres humanos, otra prueba más de hasta qué punto ideología y razón no casan,  pues desde ella se han cometido las mayores barbaridades y si ha acabado con algo ha sido con los sueños de quienes creyeron en ella convirtiéndolos en pesadilla. No parece sino que no queréis reconocer que sois contradictorios, que no os mueve una sola cosa, que os dejáis llevar por las emociones más que por la razón, y que hay cosas como la libertad y la justicia y la igualdad por las que siempre lucharéis a pesar de que son solo conceptos, pero como meta a conseguir son inalcanzables, de lo cual se aprovechan quienes aspiran a alcanzar el poder para imponer su credo, pero en realidad su objetivo es dominar,   controlar la economía para favorecer a los suyos, objetivo que está detrás de todas vuestras luchas.  Pero siendo esto cierto, también lo es que,  solventada la cuestión económica, os mueven  cosas más espirituales,  como el afán de conocimiento y el arte por ejemplo,  sin los cuales el hombre aún estaría  en las cavernas. También os conmueven  cosas como la religión, que nada tienen que ver con la lucha de clases, sino con la de las creencias, sin embargo   son también motores de cambio, pues ayudan al hombre a ser feliz, y si algo busca el hombre en esta vida es ser feliz, pero la lucha de clases no conduce a la felicidad, sino a la dialéctica permanente que si conduce a algo es a la frustración. Cientos de millones de muertos en aras de una utopía y sufrimientos sin fin para alumbrar una sociedad sin clases y la realidad ha demostrado que el presupuesto era falso porque considera al hombre simple materia. Y no pasa nada, sus partidarios, pese a la terrible experiencia, siguen creyendo que es posible construir una sociedad sin clases sobre los mismos supuestos, siguen creyendo que el motor de la historia es la lucha de clases, y dan por bueno tanta muerte, tanto sufrimiento, al fin y al cabo, dicen,  la Iglesia, que predica el amor, también tiene muchos muertos a sus espaldas y sigue ahí, defendiendo una creencia falsa.  Os falta imaginación, cuando alguien os recuerda los muertos que tenéis en el armario de la historia y sobre vuestras conciencias respondéis “y tú más”. Sois como niños.




domingo, 24 de julio de 2016

YO MISMAMENTE (III)

   




   Comprenderéis mi estupor cuando tuve plena consciencia de lo que supone actuar así, postergando lo cercano, lo que de verdad importa, la familia y los amigos,  por una causa incierta, que revela una falta de amor tremenda, pues habiendo amor nadie se abandona a sí mismo ni a los suyos. Y vosotros lo hacéis, sois volubles, inconstantes e infantiles, menospreciáis lo que tenéis por humo, y es que habéis asumido de tal modo la mentira como algo inevitable que no sólo la habéis convertido en un arma imprescindible en vuestras vidas, sino que la empleáis para justificar lo injustificable y desacreditar a la verdad, aun a sabiendas del daño que con ello os causáis,  pues el daño que se causa antes o después se acaba pagando, lo sabéis, sin embargo lo causáis, así de estúpidos sois. Es como si dijerais «después de nosotros, el Diluvio». Una insensatez que os pasará factura, a nivel personal y colectivo.

   Vuestra historia es patética. Para defender a los más débiles de los abusos de los más fuertes y paliar en parte la injusticia que ello supone  establecisteis la democracia, el imperio de la ley, pues os disteis cuenta de que entregar el poder a un solo hombre no compensa el sacrificio de renunciar a vuestros derechos a cambio de seguridad, pues el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, algo que siempre se cumple porque la mentira os hace débiles y sucumbís a la tentación de ser lo que soñáis ser sin daros cuenta de que conseguís justo lo contrario, pues si acaso conseguís ser lo que alguna vez soñasteis lo hacéis  a costa de otros, a costa de llenar de cadáveres vuestro curriculum.

   Llegados a este punto comprendisteis que el poder necesita ser controlado, pues propendéis al abuso al que os conduce vuestro egoísmo y vuestra desmedida ambición, por tanto,  el poderoso siempre tiende a identificar su propio bien con el bien general, de manera que sobre tal premisa abusa de su poder,  hecho que por sí mismo es contrario a cualquier pacto, pues en un régimen de poder absoluto nadie puede estar seguro, pues a la falta de libertad y de seguridad se unen la ausencia de derechos, ni siquiera a reclamar comida. Y así no se puede vivir. Pues así habéis vivido siglos bajo la falsa creencia de que vuestro poder era de origen ¡divino!,  lo cual justificaba todos vuestros abusos, pues si el poder lo otorga Dios las leyes que provienen del poder han de ser necesariamente justas, una mentira monstruosa que habéis creído a pies juntillas  que ha costado millones de vidas y condenado a millones de seres a una vida miserable. Y no caíais en la cuenta de que no se puede vivir sin seguridad y sin libertad y sin derechos, que vuestra manera de ejercer el poder era profundamente injusta, contraria por tanto a la misma esencia del Ser del que creíais recibirlo, y no lo visteis a pesar de que hay que estar ciegos para no verlo. Y lo estabais, tan ciegos estabais que no previsteis que antes o después, lo que no quisisteis dar de buen grado os lo quitarían por la fuerza, y como no lo visteis le abristeis la puerta a la revolución, os negasteis a abriros a la realidad de que una sociedad no puede construirse sobre la base de la injusticia, pues injusticia era que una clase social lo tuviera todo y la otra nada, y todo vuestro poder de origen divino se derrumbó como un castillo de naipes,  con lo cual pusisteis de manifestó una vez más vuestra estupidez y establecisteis ya para siempre una ecuación irrefutable: que el poder absoluto solo deja de serlo si se le derriba violentamente, que es como decir que la estupidez solo se combate con más estupidez, o lo que es lo mismo, que la única manera que habéis encontrado de acabar con las consecuencias de vuestra  estupidez  es con más estupidez, y así establecisteis  otro precedente de lo más peligroso, pues las revoluciones no solo devoran a sus mejores hijos y dejan tras de sí un reguero de muerte y odio, sino que al final acaban en nada o se convierten en lo contrario de lo que perseguían, solo cambian las formas,  constatándose con ello que poneros de acuerdo para gobernaros es tarea imposible. 

   Y así seguís,  ya bajo  la bandera de la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero  la injusticia sigue ahí, más oculta, pero sigue, podéis declarar  que todos los hombres son iguales, pero eso, aparte de ser otra mentira, no acaba con ella, declaración que, por cierto, dejó fuera a las mujeres, otra muestra más de vuestra estulticia. Sí,  supisteis vender muy bien la idea de que solo puede haber justicia si hay igualdad mientras los abusos del poder continuaban. Es decir, habéis llegado a depender de tal modo de la mentira que no sólo mentís de la forma más descarada, sino que ¡os creéis vuestras propias mentiras! Es vuestra forma de resistir, no habéis encontrado otra. Bueno, sí, la religión, otra de vuestras mentiras para sobrellevar vuestra inconsistencia como humanos.  

   Lo de las religiones es como para echarse a llorar, que es lo que, en coherencia con todo el mal  que han provocado, os correspondería hacer. Sin embargo lo tenéis asumido porque sabéis que si no hubieran sido las religiones lo hubieran provocado otras creencias, por ejemplo las ideologías. Cuesta creer que vuestras tres principales religiones monoteístas, que en esencia vienen a coincidir en lo principal, el amor, hayan provocado tantos millones de muertos y tanto sufrimiento. Cuesta creer que una de ellas, el Islam, emprendiera una «guerra santa» contra los infieles para cumplir la voluntad de su dios sembrando la destrucción y la muerte por doquier, y en ello siguen a pesar de todo lo que ha llovido. No le anda a la zaga el Cristianismo, que organizó cuatro cruzadas para conquistar lo que ellos llaman  los Santos Lugares porque su dios, por medio del Papa y atendiendo a su propio interés, demandó   que estuvieran en manos cristianas, no sarracenas, contribuyendo con ello a fomentar un odio atroz entre los creyentes de una y otra religión que se extendió por todo Oriente y Occidente.

   Y qué decir del judaísmo, que entregó a Roma para que lo ejecutara al único hombre justo que dio la cara por la verdad y predicó el amor entre los hombres, pero no le perdonaron que les sacara los colores por su hipocresía, por predicar una cosa y practicar la contraria, pues ellos se consideran el pueblo elegido y nadie está por encima de ellos, soberbia que les impidió universalizarse e imaginar las consecuencias de aquella infame crucifixión que tanto sufrimiento ha causado a la humanidad y sigue causando.  Otra torpeza que ellos han pagado muy caro, y siguen pagando, pero también lo está pagando el mundo, lo que demuestra hasta qué punto el despropósito de unos acaba afectando a todos.  

   Y no aprendisteis nada, pues en lugar de exportar  vuestra revolución y vuestros valores al resto del mundo para acabar con la injusticia hicisteis todo lo contrario, pues movidos por vuestra codicia os lanzasteis a colonizar  tierras, a explotarlas, a esquilmarlas, como siempre sin medir las consecuencias de vuestra insensatez, pues hicisteis un daño irreparable que aún estáis pagando y se lo hicisteis  pagar  al mundo entero, pues ni siquiera os supisteis poner de acuerdo en cómo  repartiros el pastel, lo cual os abocó a una Guerra calamitosa, vuestra Primera Gran Guerra,  que causó un sufrimiento incalculable y  se llevó por delante a diez millones de soldados y a veinte millones de civiles. Varias generaciones desaparecidas de la faz de la tierra debido a vuestra estupidez y a vuestras mentiras.  Como vosotros mismos decís ante una barbaridad,  ¡¡manda huevos!!






domingo, 17 de julio de 2016

YO MISMAMENTE (II)







   En la fase de supervivencia cada hombre juega con las cartas que le han tocado en suerte. Lo normal es que gane quien mejor cartas lleve, pero esto no siempre es así, pues también cuenta la habilidad del jugador al jugarlas,  el  que mejor sepa mentir con mayor  aplomo y convicción hasta el punto de confundir y hacer dudar  al jugador con mejores cartas, son las reglas del juego y son aceptadas por todos, pues la mentira, el disfraz está al alcance de todos.  Pero en la segunda fase, cuando ya no es la supervivencia la que está en juego, sino la supremacía, no hay reglas, rige la ley de la selva, y si es necesario matar, matáis,  incluso a vuestros propios hermanos, a vuestra propia familia, hasta ese punto llegáis en vuestras ambiciones, lo que demuestra que la paz no es lo vuestro, lo vuestro es el estado de guerra permanente, de ahí que  necesitarais  de un pacto social para no aniquilaros los unos a los otros, y os distéis leyes para regularlo, y un Estado para que vigilara su cumplimiento. Pero en realidad seguís siendo los mismos, no tenéis remedio, con pacto social o sin él la injusticia sigue siendo vuestro gran tema pendiente. El pacto social representa vuestro fracaso como género porque no sabéis vivir sin mentir, necesitáis que la paz os sea impuesta para que podáis soñar, ¿y en qué soñáis? ¿Cuáles son vuestras aspiraciones?  Reflexionad sobre la sociedad que habéis creado  y tendréis la respuesta. Soñais con ser alguien en la vida, pero una vez que lo sois os corrompéis, soñáis con ser felices, pero una vez que lo sois os aburre la felicidad y buscáis otras emociones que llenen el vacío que no podéis dejar de alimentar. 

    A nivel individual eludís vuestra responsabilidad, es más, racionalizáis vuestros hechos reprochables para evadiros de su peso, y hasta reaccionáis contra la víctima  si os veis descubiertos. Y si las leyes no pueden demostrar que sois culpables y las pruebas señalan a otros, cometéis la vileza de permitir que los castiguen sabiendo que son inocentes.  Sólo esto debiera bastar para que vuestra conciencia, la conciencia que tenéis de vosotros mismos, se retuerza de espanto. Pero seguís viviendo como si tal cosa, asistiendo al trabajo como si tal cosa,  hablando con vuestros amigos como si tal cosa, educando a vuestros hijos y haciendo el amor con vuestras mujeres como si tal cosa. Es terrorífico comprobar cómo permitís sin conmoveros que otros paguen los crímenes que habéis perpetrado vosotros.  Y para acallar esa voz maldita que os dice que no estáis haciendo bien las cosas os decís “nadie es inocente, si no han hecho estas cosas  habrán hecho otras que otros habrán pagado por ellos”. ¿No es escalofriante? Os degradáis moralmente hasta límites insoportables ¡y lo justificáis!   Es decir, superada la primera fase la segunda aspira a la riqueza y al poder, cosas por las que  vosotros, los hombres,  no sólo mentís, sino que matáis  a otros hombres y declaráis guerras, destruis el medio que os cobija y acabáis con especies que la naturaleza ha tardado en crear  miles de años de evolución.

   Si la cuestión se plantea a nivel colectivo es mucho peor, pues las naciones que superan la fase de supervivencia y aspiran a la supremacía sobre otras naciones no dudan en recurrir a la guerra para conseguirlo, y una vez conseguido,  para que nadie le dispute su poder, lleváis a cabo una política de abusos y engaños, una endiablada guerra fría, una guerra solapada  que se cobra miles de víctimas  y hace un daño irreparable en las sociedades  que la soportan,  sin que la injusticia que ello supone os detenga. Para eso habéis inventado la razón de Estado, para que la injusticia no sea un obstáculo en vuestros fines.  

   Sabéis que el problema del poder es que quien lo gana accede  a él desde la mentira, por lo que mantenerse en él sólo  puede conseguirse  a través de ella. Las consecuencias son desastrosas,  vosotros lo sabéis mejor que yo. Si conseguir el poder es cuestión de mentir, lo conseguirá quien mejor mienta,  quien se invente la mayor mentira, de esta premisa partisteis para desarrollar vuestras ideologías y creencias que no son sino distorsiones para confundir a la razón y  los sentimientos. Ergo para mantenerse en él no hay otra salida que seguir inventando mentiras,  y si es necesario, eliminar a quien pretenda  debilitarlo o disputároslo o llevar a cabo las acciones que sean necesarias para reforzarlo.


   Esta realidad me llevó a otra: si para conseguir el poder y mantenerse en él el hombre se vale de la mentira ello significa que su naturaleza  carece de los atributos   necesarios para ostentarlo,  es débil, y quien es débil no puede ser poderoso tal y como nosotros entendemos el poder en nuestro planeta, y desde su debilidad sospechará de todos, pues sabe que su mentira no puede alcanzar a todos, por tanto se volverá cruel para imponerse con el arma del miedo, se instalará en la tiranía, caerá en la paranoia y se rodeará de aduladores,   su tendencia a perpetuarse en el poder y rehuir su propia responsabilidad lo conducirá  a utilizarlo en contra de aquellos  que cuestionen su forma de ejercerlo, no utilizará el poder para hacer felices a los demás hombres, sino para perpetuarse en él, lo cual lo lleva a un callejón sin salida, hasta ese punto es estúpido, pues está utilizando el poder contra sí mismo y no reacciona, contra sí mismo y contra los suyos, lo que se revelará en toda su crudeza  antes o después, así lo certifica vuestra  historia.  El poder, pues, supera al hombre,  se le va de las manos, se olvida de su procedencia y se entrega a un mesianismo absurdo que lo lleva a creer que es un elegido por los dioses para iluminar al mundo y hacer feliz al hombre, cuando lo que persigue es dominarlo y ser venerado por ello.  Un ser patético que menosprecia el valor de la familia y de la amistad, los acontecimientos cotidianos que la rodean imbuido de la idea de que a él lo ocupan empresas de mayor calado que preocuparse de los problemas de su casa, de su mujer y de sus hijos y de la atención que merecen los amigos. ¡Cómo no va a mentir cuando se da de bruces con la realidad y se da cuenta demasiado tarde de que sus pretensiones no son más que quimeras y que lo que importa en la vida no es salvar el mundo, sino esforzarse por hacer felices a los suyos que es la mejor manera de salvarlo!  Y dirá, en tal tesitura, ¡que todo es mentira!

lunes, 4 de julio de 2016

YO MISMAMENTE

   Por si os aburrís, por si el calor os impide dormir, por si la noche se os hace larga, por si no tenéis mejor cosa que hacer, os dejo estas notas encontradas en una caja de cartón en un contenedor de basura. Las he dividido en varios capítulos que iré incorporando  a este blog semanalmente. Son escalofriantes. 






CAPITULO I

   Si leéis  esto es que ya no tiene  importancia que sepáis quien soy, lo que indicará que mi misión en la Tierra ha culminado con éxito. Os escandalizara, y  seguramente decepcionará, pero ya no puedo ocultarlo por más tiempo, prefiero que lo sepáis por mí antes de que  cualquier desaprensivo pretenda sacar provecho  de mi silencio: yo no nací en este planeta, mismamente es así,  soy un extraterrestre. Diréis que un extraterrestre no habla así, que mi forma de expresarme es propia de cualquier terrícola. Y lleváis razón, pero he aprendido muy bien vuestro idioma, y vuestra forma de plasmar en palabras lo que pensáis. Por cierto, y dicho sea de paso, pensáis poco y mal.

   Cuando llegué podéis imaginar mi asombro y mi miedo. Tuve que aprender sobre la marcha a sobrevivir en vuestras ciudades, a comportarme con arreglo a vuestras costumbres y formas de vida. Pronto supe que lo más importante para pasar desapercibido era disimular,  un concepto nuevo para mí.  Tuve que hacerlo porque mi comportamiento habría levantado sospechas, y aunque difícilmente habríais concluido que no soy de aquí, os habría resultado “raro”,  y lo raro os llama la atención, justo lo contrario de lo  que yo pretendía, pues para mí era vital pasar desapercibido.  ¿Imagináis lo que habríais hecho de mí si alguien hubiera llegado a sospechar que vengo de otro lugar del espacio?  Escalofríos  de sólo pensarlo.

    Aprender a disimular no fue fácil para mí, pues hacerlo supone, como vosotros sabéis muy bien, echarse en  brazos de la mentira, técnica de la que pasé a depender para poder sobrevivir. Fue, por extraño que os parezca, lo más duro para mí, y también lo más humillante. Yo nunca había mentido y al hacerlo me sentí fatal. No entiendo muy bien como soportáis la profunda humillación que supone engañar a otros, al contrario, os envanecéis de ello, de tal forma que es el burlado el que se siente humillado por no haber sabido detectar el engaño.

   Yo procedo de un mundo en el que nadie miente. No es que no exista la mentira, existe, pero como si no existiera, pues nadie ha encontrado la forma de evitar las consecuencias de mentir. El que miente sufre los efectos de su mentira ipso facto: decrece un centímetro, se hace más pequeño a la vista de todos. ¿Pensáis que eso es imposible? Pues no, no lo es, los científicos de mi planeta, tras estudiar los cambios que tienen lugar en el organismo cuando el individuo miente, que por si no lo sabéis son devastadores,  han sabido integrar los mismos en el sistema endocrino de tal manera que cuando alguien recurre a la mentira para obtener una ventaja de algo inhibe la segregación de unas hormonas y excita la fabricación de otras,  fenómeno que produce un encogimiento general del organismo que se traduce en una disminución de la estatura. En cambio, cuando se miente para evitar un mal mayor no pasa nada porque el organismo no sufre los cambios radicales que sí experimenta cuando miente a sabiendas para aprovecharse.  Así que si habéis concluido que en mi mundo hay muy pocos  bajitos estáis en lo cierto, casi todos somos altos, y las mujeres igual. Tenemos las mujeres más altas y esbeltas de la galaxia. En cambio los bajitos son sospechosos, por eso hay tan pocos.  Es una de las ventajas más visibles de no mentir, pero no la más importante. Imaginaos mi extrañeza y mi tormento. Mi extrañeza al comprobar que aquí se miente impunemente y nadie empequeñece, y mi tormento al no saber si en mi caso el efecto sería el mismo o, por el contrario, tendría consecuencias sobre mi estatura, fue bestial. No tuve más remedio que arriesgarme porque en un planeta como este, en el que mentir no acarrea consecuencias y decir la verdad te puede costar caro, ir con ella  por delante me habría comprometido. Ponderé, pues, la situación y llegué a la conclusión de que si mentía y me lo notaban el mal sería menor que si decía la verdad. Así que mentí sobre mi fecha y lugar de nacimiento y no disminuí ni un milímetro, de lo cual deduje que la Tierra es el planeta en el que mentir no sólo es natural sino que sale gratis. Es normal, pues, que todos mintáis sin excepciones, desde el más chico al más grande. Para vosotros mentir es un arma que utilizáis para sobrevivir, vuestra justificación es esa, lo que os lleva a no asumir responsabilidades de buen grado, lo cual me dio una somera idea de vuestra madurez y autoestima. El mecanismo es muy sencillo, enseguida lo comprendí: como mentir está detrás de vuestro instinto de supervivencia la mentira estaría justificada hasta cierto punto, pero una vez superada esta meta pasáis a una segunda que ya no es tan justificable, pues lo que pretendéis es garantizar la supervivencia. Hasta cierto punto es lógico, el problema es que como no hay recursos para todos recurrís a engaños más sofisticados y, cuando os fallan, a la violencia para obtenerlos, otra consecuencia más humillante aún del disimulo, humillante y degradante, pues a lo que aspiráis es  a vivir mejor que los demás a costa de que los demás vivan peor. Esta conducta supone llevar el egoísmo demasiado lejos, pues ya no se trata de sobrevivir, sino de vivir, y no de cualquier forma, sino de vivir bien, cuanto más mejor, sin preocuparos de quienes, debido a ello, vivirán peor.  Aquí está la raíz de  vuestro problema y por eso necesitáis un cambio de rumbo.  Por eso he venido. Deberé tener mucho cuidado en no convertirme en uno de vosotros, no sucumbir al dulce egoísmo que os aísla del dolor ajeno, pues entonces no habrá remedio para este planeta. 

Y en ello estoy.


lunes, 14 de marzo de 2016

LA ILUSTRE FREGONA






  Supongo que tod@s sabréis que hoy existen en el mercado fregonas para todos los gustos, incluso de colores, que en esto mira tú hemos avanzado un buen trecho, que antes las mujeres se arrodillaban en el suelo con un cubo al lado y un paño en ristre para fregar. 

   El invento es español, mira tú, que en esto hemos puesto nuestro granito de arena en la liberación de la mujer dignificando su trabajo y facilitando que el hombre también pueda tirar de fregona y limpiar la casa, pues no veo yo a un hombre arrodillado fregando suelos. Esto que digo no es ninguna tontería, aunque supongo que no faltará quien lo piense y, lo que es peor, lo diga, pues en esta vida con tal de no reconocer logros ajenos negamos la evidencia aunque hagamos el ridículo


Pero a lo que iba. Mi mujer, que en lo tocante a fregonas y sus tipos es una experta, me manda a comprar una  al Mercadona,  y me encarece que sea de “microfibra”, fregona de microfibra, que no se te olvide. Pues vale. Llego al merca, me voy a la sección de fregonas y demás utensilios domésticos y me encuentro con que allí hay un montón fregonas de todas clases, tanto de microfibra como de tiras planas, de todos los tamaños, colores y modelos. Me digo, la llamo y la consulto, pero me había olvidado el móvil en casa, así que tengo que arriesgarme y elegir una, y elijo la más grande, de color blanco, con tiras de microfibras de algodón, una hermosura de fregona. Y me la llevo pensando en que he hecho una buena elección. 

   Naranjas de la China, pues cuando mi mujer la ve lo primero que me dice “esta no es”, que me dejó perplejo. “¿Cómo que no es? Pero si es una fregona magnífica”. “Será todo lo magnífica que quieras, pero esta fregona no es de fibra, es de hebras". "¿De hebras? -pregunto sorprendido- Y cuál es la diferencia" Y mi mujer, experta en estos asuntos como digo, me dice: "La de hebra es es muy pesada, se utiliza para suelos duros como el marmol y el nuestro es de tarima, que necesita un tipo de fregona menos pesada, más absorbente y que humedezca menos”. “La madre que me parió –pensé yo para mí- lo ignorante que soy, oyes”. 

  Y tuve que ir de nuevo al Mercadona a por otra fregona, pues incluso entre ellas hay clases. A ver quién dice ahora que la fregona es una tontería. 


lunes, 25 de enero de 2016

DE LA INFIDELIDAD Y OTROS MITOS





   Si hay una realidad universalmente admitida es que  no podemos prescindir de las mujeres, lo mismo que ellas no pueden prescindir de los hombres, aunque en esto, como en casi todo, hay quien disiente, pero no seré yo quien entre en esa polémica. Lo que me interesa  exponer es la idea de que tal vez sea en esta verdad  donde se apoya  el mito de que somos mitades que nos complementamos mutuamente siendo totalmente falso.  De mitades, nada, somos individuos, tenemos nuestra propia individualidad, vamos cada uno a lo nuestro, aspiramos a ser protagonistas de nuestra vida, por lo que  si no se respeta esto, si no se tiene claro el concepto, si la individualidad del hombre  y la individualidad la de la mujer no cuadran,  no hay pareja.

   El peligro es la infidelidad,  situación que puede acabar con la pareja, pero que viene a incidir en lo que afirmo.   Las soluciones  que se han propuesto para tratar de conjurar los peligros que supone la infidelidad de la mujer se han centrado en controlar su vida y asignarle un roll secundario en la vida social,  partiendo del manido dicho popular “quien evita la ocasión evita el peligro” que, llevado a sus últimas consecuencias, resultaría que toda actividad humana, incluso no hacer nada, es un peligro. Es una de esas estupideces   mayúsculas de las muchas que el hombre comete a lo largo de su historia basada en la ignorancia, pues de esta manera de afrontar el problema se han derivado todo tipo de abusos encaminados  a sojuzgar a la mujer, provocando con ello sufrimiento y mucho dolor en la sociedad, pura hipocresía que provocó tragedias como la que narra Fernando de Rojas en La Celestina, paradigma de la necedad humana, que pone todos los medios para impedir que algo ocurra y  lo que consigue es provocarlo.  De la situación de la mujer en el mundo árabe, mejor dejarlo.

      “Pareciera que los hombres, a lo largo de la historia, se han conjurado contra la mujer y han desarrollado toda una doctrina adrede para oprimirla por el mero hecho de ser mujeres, y todo porque han  ubicado su honor en ellas y, para justificarse, llegaron a apoyarse en la misma Biblia que interpretaron a su modo, a medida de sus intereses.  Uno se avergüenza de ser lo que es cuando lee la historia y comprueba el trato degradante e inhumano a que ha sido sometida la mujer por los estamentos de poder a la que responsabilizaron de todos los males de la sociedad para ocultar sus miserias y salvaguardar su mancillado  honor. Si en algún aspecto de la vida puede evidenciarse lo infinita que es la estupidez humana es en el modo en que el hombre ha intentado resolver el problema de la relación con la mujer, pues no ha sabido encontrar otro camino que el de pisotear su dignidad para garantizar la suya.

   “Debido a la enorme influencia que adquirió la Iglesia católica tras la caída de Roma, el matrimonio se instituyó como un sacramento en el que se le asignaba a la mujer el peor papel, pues habría de sacrificarse para que el hombre brillara.  Fue la forma que se impuso en occidente y que luego se extendió a casi todo el mundo,  pero lo común es que la mujer siempre ha estado sometida a la voluntad del hombre en todo momento y sujeta a sus caprichos. Sobre esta injustica se ha apoyado la estabilidad familiar y su funcionamiento.   Si la mujer fallaba el matrimonio se venía abajo y la familia se deshacía.

   “Hoy no podemos afirmar de forma categórica que esta sociedad sea más justa que aquella,  pues la justicia tiene mil caras y la injusticia  se da en todas las sociedades y en todas las épocas, pero al menos, sobre el papel, la mujer hoy goza de unos derechos que jamás antes le habían sido reconocidos. En esto, al menos, sí hemos avanzado, pero en lo esencial estamos donde estábamos, hemos aprendido poco a convivir, seguimos siendo presa de los mismos pecados, sabemos más, pero no somos mejores –como ejemplo de ello, los que llevaron a cabo el genocidio judío leían a Shakespeare y Platón, y su jefe, Hitler, leía a Schopenhauer y a Nietzsche, y Stalin, tal vez el mayor criminal de la historia, leía de todo, era poeta y escritor, un hombre culto en definitiva, y sin embargo un asesino frío y calculador que cuando agonizaba, por puro miedo, nadie se atrevió a acercarse a él. Ni siquiera su médico-.

       “La mujer, pues,  sigue siendo explotada de una forma u otra, es utilizada por organizaciones criminales sin escrúpulos que la prostituyen para su lucro personal, es discriminada en el trabajo, sigue recayendo sobre ella el mayor peso de la educación de los hijos y su cuidado, sigue soportando la prepotencia del hombre y su maltrato que llega hasta quitarle la vida cuando el vínculo que los unía se rompe.  Es decir, que el hombre ama a la mujer pero no la respeta,  le otorga un estatus inferior.  Así ha sido a lo largo de la historia.   Cuesta trabajo creer que se pueda amar a una mujer y al mismo tiempo maltratarla. Así de contradictorios  y duales somos.

    Todo ello no ha impedido que la infidelidad  persista hoy más que nunca, por tanto no es cosa de más o menos libertad, es que los humanos somos genéticamente infieles, nos va la marcha en ese aspecto, lo mismo a hombres que a mujeres, por tanto, si hay que ser consecuentes con esta realidad lo que acabará por imponerse de una u otra forma para evitar dramas y tragedias es la pareja abierta en la que, de entrada, ambos  admitan la posibilidad  de tener relaciones sexuales con otros, con los límites y formas que entre ambos acuerden. Tiempo al tiempo.