domingo, 23 de marzo de 2014

CAOS









   Puede que esté asustado, aunque a decir verdad lo estoy desde que vine al mundo. Pero es que hoy día están pasando cosas que me preocupan, tal vez más de la cuenta,  cosas que parecen estar desconectadas entre sí, pero que todas ellas, consideradas globalmente, pareciera que forman parte del mismo fenómeno.  Y me inquieta. 

   Es difícil admitir que la misteriosa desaparición del avión malasio  tenga algo que ver con la compra del Edificio España por parte de empresarios chinos, o que la masiva avalancha de subsaharianos a la valla de Melilla y Ceuta tenga algo que ver con lo que pasa en Venezuela, o que la anexión de Crimea por parte de Rusia tenga algún tipo de relación con la política de Obama en Afganistán, o la muerte de Iñaki Azcuna, un gran político local, con la de Adolfo Suarez,  el político que hizo posible la Transición,  el desafío soberanista de Mas con el referéndum independentista en Escocia. Podría seguir proponiendo paralelismos, pero creo que son suficientes para que os deis una idea de mi aflicción.  

   Si viviéramos en los ochenta, cuando Internet acababa de nacer para el gran público y era todavía un bebé balbuceante, tal vez no me plantearía estas inquietantes paradojas, pero hoy, que todo está interconectado entre sí, que lo que pasa en una parte del mundo acaba afectando al resto de alguna manera en un corto espacio de tiempo, que sabemos con cierta aproximación cómo funcionan las redes complejas, que ya se nos habló hace tiempo del efecto mariposa, ya sabéis, ese concepto de la teoría del caos que sostiene que  una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podría generar un efecto considerablemente grande a medio o corto plazo, basado en el proverbio chino "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo", es para pensárselo. Lo estamos viendo y viviendo. No hay más que recordar que el colapso de la economía mundial se produjo a consecuencia de las malas prácticas crediticias y financieras de una o dos corporaciones bancarias al otro lado del Atlántico.  Y nadie dio la voz de alarma, lo cual causa escalofríos. 

  También nos vale como ejemplo la rapidez con que se extienden los rumores, o la propagación de las epidemias, o el caso del equilibrio ecológico, todo él interconectado entre sí con las distintas especies, de manera que la desaparición de una puede desencadenar la desaparición de otras  muchas… O la propia red de Internet, que basta con que un simple virus se introduzca en ella para que colapse la red. Todo está conectado entre sí como formando una red neuronal a imitación de nuestro cerebro, de tal modo que lo que ocurra en una parte del mismo acaba a afectando a todo el conjunto.  

   Es decir, parece que no somos conscientes de que hoy, el simple hecho de pulsar una tecla puede desencadenar un caos. Y eso asusta, ya lo creo. Y los más inconscientes de todos son los que más conscientes debería ser: los políticos, esos que no dudan en corromperse sabiendo el inmenso daño que hacen a la sociedad y al mundo, por lo que  combatirla abiertamente debería de ser objetivo prioritario de toda gestión pública, y aquellos que de alguna manera tratan de defenderlos no deberían ser votados jamás. 

   No es admisible, en una sociedad cada vez más dependiente de lo que hagan cada uno de sus integrantes, tanto a nivel individual como colectivo, que se dilapiden recursos, se distraigan o,  lo que es más grave, se sustraigan y  desaparezcan mientras hay ciudadanos, compatriotas nuestros, que pasan hambre o se ven obligados a depender de la caridad pública o social para sobrevivir.  Lo ocurrido el sábado en Madrid tras la llamada “Marcha de la Dignidad”, y lo que viene ocurriendo desde que la sociedad es consciente de que el ejercicio del poder, no solo tiende al abuso sino que acaba corrompiéndose, es lo suficientemente ilustrativo de lo que puede llegar a suceder a mayor escala si no se atajan las malas prácticas de gobierno de nuestros gobernantes. Y al decir nuestros no me refiero solo a los nacionales, también, por desgracia, a los europeos. Ya veréis como la crisis de Ucrania acabará por afectarnos negativamente antes o después.
  
  
  
  

  

miércoles, 12 de marzo de 2014

CUATRO PREGUNTAS





  Primera pregunta: ¿cómo es posible que la ciencia haya llegado a los confines del Universo y sea incapaz de garantizar el sustento  diario al ser humano? Sin duda es una paradoja que en unas cosas lleguemos tan arriba y en otras seamos tan bajos. 

   Segunda pregunta: ¿cómo es posible que para ser médico haya que estudiar seis largos años de carrera y un solo error puede apartarlo de la profesión,  además de tener que indemnizar al enfermo, y para ser político baste con saber firmar? Sin  embargo si el político yerra no pasa nada, nadie le exige nada, cuando de su gestión puede depender el bienestar de cientos,  miles,  millones de personas. No deja de ser sintomático que  no haya mecanismos para pedirle responsabilidades a los políticos por una mala gestión.  La gestión de Zapatero como gobernante debería de haber disuadido a la sociedad de que es necesario arbitrar dichos mecanismos. 

  Tercera pregunta: ¿Por qué cuando surge un escándalo de corrupción en el seno de un partido, de un gobierno –central,  autonómico o local-  independientemente de penar a los responsables  directos, no hay una ley que obligue a dimitir a los responsables políticos por no haber sabido impedirlo?  ¿Tal vez porque tendrían que irse todos?

  Cuarta pregunta: ¿por qué cuando una autonomía o un ayuntamiento se entrampa y distrae dineros para cosas que ni hacen falta, ni son productivas, ni benefician a la sociedad, ni son de interés general la ley no obliga al responsable de esa Comunidad o  Ayuntamiento a dimitir y devolver el dinero malgastado? Si se exigiera una fianza política para prevenirlo no pasaría eso, pues no basta con tener la legitimidad de las urnas, hay que tener también legitimidad moral, y esta no hay político que la supere. 

    Que no me hablen a mí de “voluntad política” de hacer las cosas bien y demás zarandajas, las cosas se hacen bien dando ejemplo, no basando la actividad política en atacar  al contrario para quitarlo a él y ponerte tú, descalificándolo constantemente para desgastarlo, no reconociéndole nada por bueno que sea. Eso no es política, eso es afán de poder para medrar y vivir del cuento. ¿O acaso los ciudadanos notamos alguna diferencia sustancial en cuanto a honradez, en cuanto a saber administrar los recursos de todos para que nadie pase hambre y haya trabajo? Donde yo vivo, el alcalde anterior, del PSOE, se gastó todos los dineros en infraestructuras. Cuando vació las arcas municipales pidió préstamos a tutiplén, entrampó al municipio y se fue. Ahora es un ayuntamiento en la ruina que se ha visto obligado a despedir a la mistad de la plantilla y rebajar el sueldo al resto. ¿Por qué no se le piden responsabilidades  por su mala gestión y se le inhabilita para volver a ejercer la política?  Lo mismo debería hacerse a cualquier político que anteponga sus sueños de grandeza al interés general. 

   Nuestra clase política no vale, es pura farfolla, va a lo que va, a disfrutar de un buen sueldo, un buen despacho, secretaria, coche, viajes, prebendas y luego, cuando deja la política, un buen puesto en la empresa privada. Esta es la pura realidad.  Algún día alguien se dará cuenta y le pedirá explicaciones. No puede ser que haya hambre y los políticos despilfarren, se corrompan y permitan la injusticia. No puede ser.


 

miércoles, 5 de marzo de 2014

ASÍ SE ESCRIBE LA HISTORIA



 






   Acabo de leer que el Papa Clemente  VII, “el más desgraciado de los papas” según algún que otro historiador, murió al ingerir accidentalmente una Amanita phalloides, allá por el año 1534. 

  Me ha llamado la atención esta curiosidad y he querido saber más sobre este Papa, hijo natural de uno de los Médicis, los amos de Italia entonces.   

   Tomó la desafortunada decisión de aliarse con el rey francés Francisco I, a quien Carlos I  había derrotado en la batalla de Pavía haciéndolo prisionero.  A partir de esta alianza solo le ocurrieron desgracias, pues fue derrotado cuantas veces se enfrentó al emperador, haciendo posible con ello el famoso saqueo de Roma y su posterior  reclusión en el castillo de Sant‘ Angelo durante siete meses, además de propiciar la derrota del ejército cristiano en Hungría por parte de los otomanos, pues prefirió combatir al rey español antes que enviar su ejército en ayuda del rey de Hungría, que pereció  en el enfrentamiento.  Y todo por impedir que Carlos I controlara la elección de los papas y su familia perdiera poder. Así se escribe la historia. Provocó, además, el cisma de occidente, al negarse a conceder el divorcio a Enrique VIII de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena.  Son los intereses personales los que priman, fue así entonces y sigue siendo así ahora –lo  de Rusia en Ucrania ahora mismo no puede ser más paradigmático. ¿Quién dice que hemos avanzado?